En la sala de espera abro el libro que me había llevado y allí al acecho estaba ese rara avis que siempre espera que abras un libro para empezar a hablar, como si supieras (y te interesara) de lo que estaba hablando empieza su frase con un "y ya te digo yo que...".
- Y ya te digo yo que los moros vienen para quitarnos el trabajo que si... (Ojeada al libro)
- ¡¡¡Y los negros!!! Uy los negros, el otro día... (Ojeada al libro II)
- (...) y no veas como se puso el negro por decirle eso... (Ojeada al libro III + oraciones por que se dé por "eludido")
- Y los p*** gitanos (él no utilizo los asteriscos) que nunca quieren trab...(Libro cerrado + opción mirar el móvil)
- Yo trabajo "pal" "yuntamiento y el otro día había ahí unos "yonquies" que me estaban tocando los c*** y yo que les digo. Mira no me toquéis los c*** que saco lo de la bolsa y... (móvil en una mano y contraportada del libro en la otra)-. Y se me rebotan y les hago...
En ese momento me encuentro a un energúmeno de menos de 2 dedos de frente y más de 100 kilos de estupidez con una pistola apuntando a un pobre ñu de menos de 60 kilos de miedo / sorpresa / acojone /ya-dejo-el-libro-ya-dejo-el-libro.
En ese justo momento, y habiendo repasado todo el Santoral, incluso a San Gregorio, que es de esos nombres que uno pone a sus hijos con aires conservacionistas, para que no se pierdan, sonó la voz de la veterinaria que llamó al energúmeno.
- Tranquilo, esto era para ponerte en situación de lo que te estaba contando...
El día que quiera contar su operación de fimosis, ése es el día que no me quiero perder, y que lo repita 20 veces si hace falta.
Sube la música lirolilolibangbanluckyluke, aparecen cervatillos Disney con cintas en la cabeza como Rambo y fundido en negro.